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Torres do Allo

Es uno de los pazos más antiguos de Galicia



Visitamos las Torres do Allo, en una pequeña aldea entre Baio y Zas, en el interior de la provincia de A Coruña. El pazo, uno de los más antiguos de Galicia, abre para las visitas a las 11 de la mañana, así que si se llega antes de tiempo es interesante dar una vuelta por las inmediaciones. A la derecha del edificio están los hórreos, uno de ellos del siglo XVII y cuya función era la de hacer de graneros.

Del otro lado se encuentran las Casas do Curro, que eran las viviendas donde vivían los caseros que cuidaban de las posesiones de los señores. Nada más entrar, y a un lado de las viviendas, nos recibe un anciano hórreo. Siguiendo una senda por el bosque y sorteando la maleza llegamos hasta un palomar rodeado de curiosos y veteranos árboles.

Como hemos mencionado, las Torres do Allo, construcción del siglo XVI, se consideran uno de los primeros pazos de Galicia. Fue edificado por la familia Rioboo, comenzando por levantarse la torre que se ve a la derecha, en estilo gótico tardío, en la que destaca su curiosa decoración y que es una muestra de cómo los castillos son sustituidos por los pazos como residencia de los nobles. Estamos hablando del final de la Edad Media y el comienzo de la Moderna.

Un siglo después y con la mejora de la economía de los propietarios, gracias sobre todo al cultivo del maíz, se aumenta el pazo de forma simétrica, levantándose la torre izquierda de aspecto muy similar a la primera, aunque si nos fijamos bien se aprecian algunas diferencias, la más clara es el bonito balcón de estilo barroco. Mirando hacia la parte superior resaltan otros detalles de cierto esplendor, como las gárgolas.

En el interior el visitante se encontrará abundante información audiovisual sobre la historia del edificio y la forma de vida de sus moradores. La torre derecha unifica la arquitectura defensiva y elementos de mera ostentación para que quedara patente el poderío de la familia. De hecho se observan orificios en la piedra para introducir barrotes de bloqueo de las puertas y saeteras a ambos lados de la misma.

El primer señor de O Allo fue Alonso Gomes de Rioboo, escudero de los Moscoso, condes de Altamira. Cuando los hidalgos y pequeños nobles empezaron a hacerse propietarios de las tierras pasaron a ser una especie de escalón intermedio respecto a los grandes nobles, muchos de ellos trasladados a Castilla.

En la década de los 50 del siglo pasado las Torres do Allo dejaron de estar habitadas, pasando al absoluto abandono, y con su ruina vino también el saqueo de lo que podía quedar en el interior.

Hemos obviado un aspecto también muy destacable y es la avenida a modo de alameda, completamente cubierta de árboles que conforma el acceso a este pazo. Se cree que fue diseñada por Víctor López Seoane, el marido de Francisca Rioboo, la última mujer de la dinastía. López Seoane fue botánico naturalista y miembro de la Sociedad Entomológica de Francia, y de él se dice que se carteaba con Darwin y que llegó a poner su nombre a un animal, la víbora Seoane.


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