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Qué ver y qué hacer en Villefranche-sur-Mer

El pueblo tiene una ciudadela y una «calle oscura» de más de 100 metros


A pesar de ser muy pequeña, en Villefranche-sur-Mer hay muchas cosas que ver y que hacer. Está situada en plena Costa Azul, entre Niza y el Principado de Mónaco, en una zona de acantilados cuya espalda está protegida por colinas en las que se adivinan magníficas y elegantes casas. Es un encantador pueblo de calles estrechas y en cuesta que descienden hacia el tranquilo puerto, al que con frecuencia llegan las embarcaciones de los trasatlánticos para descargar a los turistas.

Paseo del puerto
Puerto de Villefranche-sur-Mer.

Sus edificaciones están pintadas en tonos suaves, como es tan habitual en la Riviera francesa. Es tal el encanto que tiene que ha conquistado a artistas como Bono y Tina Turner, que poseen respectivas casas en el pueblo, y años atrás paseaban por sus calles Aldus Huxley y Jean Cocteau, entre otros. También los Rolling Stones grabaron aquí uno de sus principales discos, Exile on Main Street.

Casas de colores
Calle de Villefranche-sur-Mer con sus casas de colores.

Una buena forma de llegar es por tren. El apeadero se encuentra a escasos metros del paseo marítimo. Es ahí en donde el visitante se encontrará el primer punto de interés, el Portal Robert, por el que se accede a la calle Oscura, una vía del siglo XIV que en su momento fue parte del camino de ronda utilizado por los militares que la defendían. Tiene 130 metros de longitud y es monumento histórico.

El nombre del pueblo, Villa Franca, proviene de su cualidad de franquicia contributiva, una condición dada por Carlos II de Anjou para animar a su repoblación. Villefranche ha sido sitiada a lo largo de los siglos, su carácter defensivo se ve plasmado en la Ciudadela, una fortificación del siglo XVI y que es otro de sus monumentos históricos. En ella se ubican al Ayuntamiento, un centro cultural y un teatro. Desde la Ciudadela hay una magnífica panorámica del pueblo y del puerto.

Iglesia de Saint Pierre
Iglesia de Saint Pierre decorada por Jean Cocteau.

Siguiendo nuestro paseo, llegamos a la iglesia de Saint Pierre, del siglo XIV y de estilo románico, dedicada al patrón de los pescadores, San Pedro, y decorada interior y exteriormente por el pintor, cineasta y escritor Jean Cocteau. La iglesia de Saint Michel, barroca, del siglo XVIII, tiene los órganos más antiguos de los Alpes Marítimos.

El puerto cuenta con 2 sectores, el pesquero y el llamado Puerto Real, y en él se encuentra, además, el Observatorio Oceanológico. Es de aguas muy tranquilas, ya que Villefranche se encuentra en el interior de una rada formada por los cabos de Niza y Ferrat. Es el más importante de Francia en cuanto a cruceros de recreo, aunque como hemos dicho conserva las embarcaciones de los pescadores, y durante la II Guerra Mundial fue el elegido por la Marina estadounidense para fondear la VI Flota.

A lo largo del paseo del puerto se pueden encontrar distintos restaurantes, algunos de un nivel muy alto, donde degustar la más típica comida francesa. Si buscas dónde comer, una buena opción es L’Oursin Bleu.

L'Oursin Bleu
Uno de los mejores restaurantes, L'Oursin Bleu.

Las estrechas calles de Villefranche-sur-Mer son fiel reflejo de la tranquilidad y belleza del pueblo. Es muy agradable caminar por ellas tomando un respiro en las pequeñas plazas, muchas veces ocupadas por las terrazas de los cafés, y dejar pasar el tiempo disfrutando al máximo de este rincón fantástico de la Costa Azul.


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